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dad. Puede también tenerse en lugar de la me– ditación vespertina, si dura por una media ho– ra" (3). Las Constituciones de los Capuchinos exhor– tan a los Religiosos de la Orden a que frecuen– ten el Vía Crucis, particularmente en tiempo de Cuaresma (4). Lo mismo se recomienda en las Constituciones de las Clarisas y Capuchinas. 15. Aunque esta devoción esté difundida por todo el mundo católico, sin embargo, se debe intensificar más, inculcando la frecuencia, para que personas religiosas y seglares se acos– tumbren a meditar la Pasión del Señor. El divino Maestro, desde la cátedra de la Cruz, nos enseña cómo hemos de vivir, sufrir y morir. La contemplación de los dolores de Cristo y de su Santísima Madre nos ayudará a llevar con paciencia y resignación las adversi– dades y cruces de la presente vida. 16. En este tiempo de materialismo y sen– sualismo, en que el hombre no busca más que satisfacer sus pasiones y apetitos, nada más eficaz que recordar y meditar los dolores de Cristo crucificado y muerto por la salvación del género humano. El ejercicio devoto del Vía Crucis es el medio práctico para aprender las divinas enseñanzas. (3) Co11stit11tioncs Gc1Jerales Fmtrmn Min., n. 194, pá– gina 34. Ad Claras Aquas, 1922. (4) Ibídem. - 49 - 4

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