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tigado, flagelado, desfigurado. ¿Qué queréis que haga? Los príncipes de los sacerdotes, los es– cribas y la plebe, llenos de furor, gritan: "Cru– cif ícale." "Viendo, pues, Pilato que nada conseguía, sino que el tumulto crecía cada vez más, tomó agua y se lavó las manos delante de la muche– dumbre, diciendo: "Yo soy inocente de esta sangre; vosotros veáis." Y todo el pueblo con– testó, diciendo: "Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos." Entonces les soltó a Barrabás, y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que le crucifica– ran" (4). He aquí ya condenado a muerte al Salvador del mundo. No falta más que hacer efectiva la sentencia. Se pregunta: ¿en qué lugar Pilato condenó a Jesús? ¿Qué camino siguió hasta llegar al Cal– vario, donde le crucificaron? He aquí la cues– tión de la verdadera Vía Dolorosa. Para resol– verla es necesario hacer algunas indicaciones previas. La ciudad de Jerusalén, desde la Muerte de Jesús hasta nuestros días, ha sufrido muchas modificaciones topográficas. Los arqueólogos han tratado de determinar con exactitud la Vía Dolorosa que recorrió Jesús cargado con la cruz, desde la condenación hasta la sepultura. Nosotros no pretendemos hacer un estudio es- (4) Matt., 27, 24-26. - 38 -

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