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dolor. En el Calvario, María ,está al pie de la Cruz de Jesús clavado sobre el madero santo. María amaba a Jesús con un amor sumo; le amaba como Dios y como Hijo suyo. Como su amor era superior a todos los amores del mundo, supremo fué también su dolor. María sufría en su corazón lo que Jesús en su cuerpo. Basta mirar a Jesús clavado en la cruz, coronado de espinas y con el cuerpo todo llagado, para comprender todo lo que María sufría en su alma. Mas en la cruz de algún modo mitigó el dolor de Jesús el pensamiento de que su muerte servía para redimir al mun– do y salvar las almas; el mismo pensamiento cree1I,lOS que haya confortado, de alguna ma– nera, el corazón de la más amante de las Ma– dres y Corredentora del género humano. María, en el Calvario, se consideraba como Madre de dos Hijos: Jesús y la Humanidad. No quería la muerte de su Hijo, pero tam– poco la condenación de nuestras almas. Por amor a los hombres, el Padre entregó a su Hijo Unigénito; por amor de las almas, María, su Madre, se conformó con la voluntad del Padre. II. Contemplemos a María al pie de la cruz y reflexionemos. Nuestra redención fué de– ,cretada por el Padre y realizada por el Reden– tor. Jesús sufrió todo por nuestra salud. María, Corredentora, aceptó todos los sufrimientos por los mismos fines que Jesús. Este ofreció su - 395 -

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