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todos los cristianos, representados en el discí– pulo amado, San Juan. María, en un éxtasis de dolor y de amor, nos dió a la luz de la gracia, y extendió, como Madre nuestra, sus brazos hacia nosotros. La Iglesia nos habla de su pa– trocinio, los siglos magnifican las misericor– dias marianas. Se crea una maternidad espiri– tual que se inicia en la Encarnación y se con– firma en la Redención. María acoge bajo su manto todos los hijos que se sucederán a través de los siglos. Con todos ejercitará los oficios de Madre solícita llena de misericordia y de bondad. Que nuestra vida sea digna de tal Madre. Sí Ella se muestra Madre, nosotros nos mostrare– mos sus hijos amantes con las palabras y con las obras, imitando sus virtudes y su santidad. Adorámoste, Cristo, y te bendecimos, por– que por tu santa Cruz redimiste al mundo. ORACION Amantísimo Jesús, que agonizáis en la cruz y olvidando vuestras penas nos dejáis como prenda de amor vuestra misma Madre santísi– ma, a fin de que por su medio podamos con confianza recurrir a Vos en nuestras necesida– des; tened piedad de todos los fieles agonizan– tes y de mí, cuando me hallare en aquel extre– mo. Por el interno martirio de la amantísima Madre, avivad en nuestros corazones una fir– me esperanza en los méritos infinitos de vuestra - 364 -
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