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III. TERCERA PALABRA Mujer, he ahí a tu Hijo. Hijo, ve ahí a tu Madre. Entre la multitud del Calvario se encuentran también algunos discípulos de Jesús y las pia– dosas mujeres que le habían seguido. San Juan Evangelista, el discípulo amado, y la Madre de Jesús están cerca de la cruz.Jesús echa una mirada y les ve allí próximos. Entonces, Jesús se dirige a su Madre y le dice, indicando a San Juan: "Mujer, he ahí a tu Hijo." Después se dirige a San Juan y le repite: "Hijo, he ahí a tu Madre." Y el discípulo la tomó por suya ... Son palabras sublimes pronunciadas por Je– sús sobre el ara de la cruz. Las madres fácilmente se desvanecen en los momentos de la muerte terrible de sus hijos; por lo menos, lloran y se descomponen en tris– tes lamentos. La Virgen Santísima es la mujer fuerte que sabe dominarse y comprende los de– signios de la Providencia. Serena y tranquila, siente las profundas penas del Hijo amado que muere por amor a los hombres. Jesús y María se comprenden. Aceptan la terrible prueba y se sacrifican por la redención del mundo. Las palabras que Jesús dirige a su amantísi– ma Madre son para nosotros palabras llenas de consuelo. En virtud de ellas, Jesús ha confir– mado la maternidad espiritual de María sobre - 363 -

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