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CAPITULO I1l SAN FRANCISCO DE ASIS Y CRISTO CRUCIFICADO Uno de los Santos más enamorados de Cris– .to Crucificado foé, sin duda, San Francisco de Asís. Desde el principio de su conversión hasta la muerte, anhelaba continuamente seguir el .Santo Evangelio e imitar a Cristo. Dice Tomás de Celano que la humildad del Nacimiento de Jesús y el amor a la Pasión ocu– paban toda su alma de tal modo que le •=ra difí– cil pensar en otra cosa (1). Después que le ha– .bló el Crucifijo de la iglesita de San Damián y le dijo: "Francisco, ve y repara mi Iglesia ...", le penetró tan profundamente la pasión del Se– ñor, que la tenía continuamente delante de los ojos, y lloraba, inconsolable, con la memoria de las llagas de Jesús (2). (]) Ce/ano, I, n. 84. (2) lb., !l. n. 10; S. Bollav., Leg. c. JI, n. l. - 27 -.
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