BCCCAP00000000000000000000737

cuerpo de Jesús, y Pilato se lo permitió. Vino, pues, y tomó su cuerpo. Llegó Nicodemo, el mismo que había venido a él de noche al prin– cipio, y trajo una mezcla de mirra y aloe, co– mo unas cien libras" (1). José de Arimatea compró una sábana o lien– zo blanco para envolver el Cuerpo de Jesús. Los dos piadosos varones serían ayudados de San Juan y de las piadosas mujeres, y particular– mente de María, la Madre del Salvador. Esta es de suponer que lo recibiría en sus brazos, lo es– trecharía contra su corazón, lo contemplaría todo cubierto de llagas y de sangre. La Magda– lena, las piadosas mujeres y demás discípulos besarían aquel sagrado cadáver antes de proce– der a la sepultura. Consideraciones. l. Lamentos fúnebres.-En Oriente, de tiempo inmemorial, existen los lamentos fúne– bres. Toda la familia y vecinos se reúnen alre– dedor del enfermo y, apenas muere, empiezan el lamento fúnebre, expresión del dolor y del sentimiento manifestado en gemidos, clamores, lágrimas. En algunas partes llaman y pagan per– sonas que canten cánticos fúnebres. Naturalmente, ocurre la pregunta: ¿cómo se comportaron María Santísima y las otras pia– dosas mujeres en aquellos trágicos momentos? (1) loann., XIX, 33-39. - 284 -

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz