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la <lió a beber, diciendo: "Dejad, veamos si vie– ne Elías a bajarle." Jesús, dando una voz fuerte, expiró. El velo del templo se partió en dos partes de arriba .abajo. Viendo el Centurión que estaba frente a El de qué manera expiraba, dijo: "Verdadera– mente, este hombre era hijo de Dios." Había también unas mujeres que de lejos le miraban, ,entre las cuales estaba María Magdalena y Ma– ría, la Madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, las cuales, cuando El estaba en Ga– lilea, le seguían y le servían, y otras muchas que habían subido con El a Jerusalén" (6). A la muerte de Jesús, las criaturas se estre– mecen de espanto y dan vivas manifestaciones de duelo. Todo el mundo se conmueve. Los seres sensibles e insensibles lloran la muerte de un Dios que es Creador del cielo y de la tierra; que es el Mesías prometido; que es el Redentor tan deseado; que es el Salvador del mundo; que es el misionero enviado por el Pa– dre para redimir al mundo. A la manera que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que sea levantado el Hijo del hom– bre, para que todo el que creyere en El tenga la vida eterna. Porque tanto amó Dios al mun– do que le <lió su Unigénito Hijo, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga la -vida eterna (7). (7) foann., III, 14-16. - 276 -
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