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Parece que esta corona de espinas la llevó Jesús hasta la crucifixión en el Calvario. ¡Cuántas veces la cruz tropezaría con la co– rona renovando así las punturas sobre la cabe– za! De igual modo, al quitarla y al ponerla se renovarían las heridas y los dolores. ¡Cuántas veces con tus vanos pensamientos has renovado los dolores de Jesús! ¡Tú ambi– cionas coronarte de rosas, y Jesús, tu Salvador, se deja coronar de punzantes espinas! Satisfa– ce por tus locas venidades y orgullosas ambi– ciones. Jesús, ten compasión de las locuras de los hombres. 3. Los ladrones.-Dice San Juan que cru– cificaron con El otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio (4). Según la traducción lati– na, generalmente se llaman ladrones, pero eran bandoleros y sediciosos., como Barrabás. Estu– vieron mucho tiempo en la cárcel, hasta que fueron condenados con Jesús. El Buen Ladrón se llamaba Dimas; el malo, Gestas. Este era viejo y maestro del otro. Parece que los dos fueron clavados en sus respectivas cruces. De ese modo se cumplió la profecía de Isaías: "Fué contado entre malhechores" (5). Reflexionemos sobre los tres crucificados del (4) loann., XIX, 18. (5) Is., LIII, 12. - 274 -
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