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3. Nuestra crucifixión.-Todo el que quie– re en verdad seguir a Jesucristo debe ser cruci– ficado con El. Si no está crucificado con Cris– to, será esclavo del mundo, del demonio y de la carne. Haz, Jesús mío, que yo sea crucificado con– tigo. Que yo sienta tus atroces dolores y coope– re con mis deseos y obras a tu copiosa reden– ción. Que crucifique mis pasiones, mis vicios, mis malas inclinaciones, todo aquello que no es tuyo ni para tu gloria. Que yo renuncie en ver– dad a todo placer, a toda comodidad, a todo lo mundano. Los que desean ser crucificados con Cristo deben pasar por las tribulaciones. Cristo es ell modelo. El Crucifijo es la esperanza de la vida, consuelo en la muerte, arra de eterna inmorta-– lidad. La sangre del Divino Mártir tiene valor de redención universal. Las llagas del Varón de, Dolores servirán de refugio y de protección pa– ra todos. Para las mismas almas místicas, nidos de· amor, fuente de agua viva, que salta hasta la eternidad. Dentro de tus llagas escóndeme... COLOQUIOS ¡Oh Jesús mío!, clava sobre tu cruz mi voluntad' para que nunca me separe de Ti. Clava mis manos y pies para que nunca se extravíen. Tenme siempre· unido a Ti. Que mi voluntad sea conforme a lw - 265 -