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prósperamente, el hombre se alegra y el cora– zón se dilata. Pero cuando soplan vientos con– trarios y la tempestad se aproxima, las pasio– nes se desencadenan, los enemigos atacan, las ilusiones desaparecen, las tribulaciones abaten y todo parece se conjura contra nosotros, nos acobardamos, tememos, nos lamentamos ... El Padre Eterno ofreció a Jesús el cáliz de· amargura, lo aceptó resignado. ¿Cómo soporta– mos nosotros los cálices amargos que nos en– vía o permite? ¿Cómo sufrimos las adversida– des de la vida terrestre? Dios nos presenta al– gunas veces los cálices amargos para que nos. corrijamos y nos desprendamos de los bienes caducos de este mundo. Para llegar a resucitar con Cristo es necesario padecer con El. 2. El despojo.-Para ser clavado en la cruz, Jesús se deja despojar de sus vestidos y de la túnica inconsútil. Aparece su desnudo cuerpo todo lleno de heridas, de llagas y de sangre. ¡A Jesús inocentísimo, Dios de pureza, lirio• de los valles que viste de plumas a las aves y a los prados de flores, le someten a esta humilla– ción tan vergonzosa! Jesús es el Maestro y nos enseña a todos sus. ejemplos. Alma cristiana, aprende a despojarte de la sensualidad, de las comodidades corpora– les, de los placeres de este mundo, de las ri– quezas materiales, de la propia voluntad. Mue– re completamente al hombre viejo con todas. - 254 -
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