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sado, tejido de prodigios, de curaciones, de mi– lagros y de gloria. Se fijan más en un momento de debilidad y de oscuridad. Luego empiezan a dudar o negar la fe. Alma cristiana, no dudes de la divinidad de tu Salvador porque le ves ahora que cae varias veces, que es considerado como un oprobio y un gusano de la tierra. Viste a Jesús multiplicar y manifestar su di– vinidad en tantos milagros, le contemplarás re– sucitado, glorioso y triunfante; le verás subir a los cielos por su propia virtud. Vendrá al fin de los tiempos con todo resplandor y gloria a juz– gar al mundo. ¡Hombre de poca fe!, levántate y camina. 3. La pusilanimidad.-Hay almas pusiláni– mes que se desaniman por pequeñas dificulta– des que encuentran en el camino de la perfec– ción. Rehusar tomar la cruz y seguir a Cristo hasta la cima del Calvario. Son cobardes, y la tribulación las espanta. Hay otras que por pequeñas caídas en peca– dos veniales pierden la esperanza de santificar– se. Otras que, inexpertas o inmortificadas, caen alguna vez en culpas graves. Creen que ya está todo perdido, que no es posible llegar a la per– fección de la vida cristiana o religiosa. Todo pecado grave o leve deliberado se debe evitar. Los pecados plenamente voluntarios, si - 246 -
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