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zo prosigue algunos pasos, pero cae rendido, por tercera vez, en tierra. No conocemos los pensa– mientos de Jesús, pero podemos suponer que acercándose al lugar del suplicio pensase en la hora suprema. La naturaleza humana sentiría toda la opresión física y moral de la muerte ignominiosa entre dos ladrones. Algunos autores ascetas opinan que Jesús pensaba también en la utilidad de su sangre. Quae utilitas in sanguine meo? (1). ¿Cuál sería el fruto de tantos dolores? Ciertamente que mu– chos se lavarían en su sangre y salvarían por El. Pero de otros ingratos, rebeldes y obstina– dos ¿qué sería? (2). Consideraciones. l. La obstinación.-Ex.isten almas obstina– das en el error y en la culpa. Conocen su mal, pero no lo quieren remediar. Conocen sus vi– dos, pero les cuesta mucho reprimirlos. Se cie– gan y se obstinan en las culpas. Conculcan los derechos de Dios, desprecian sus inspiraciones, .contaminan la sangre del Nuevo Testamento (3). ¡Desgraciados! Ofenden la divina misericordia y no temen la justicia del justo Juez. Es cosa (1) Ps., 29, 10. (2) Como hemos indicado, las caídas probablemente fue– ron antes de la ayuda de Cireneo. Se alternan en el ejerci– cio del Vía Crucis para evitar la monotonía. Así opinan alimnos autores. (3) Hebr., X, 29. - 244 -

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