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han cometido una falta externa y pLerden el buen nombre y la fama. Pero su dolor es puramente hu– mano. Al¡;,-'llnos lloran cuando se aproximan al con– fesonario; pero, bien examinado, es más la vergüen– za que sufren que el pesar de haber ofendido a Dios. Son pocas las personas que verdaderamente y con sinceridad de corazón lloran sus culpas pasadas y quieren hacer penitencias para satisfacer al Señor. Debemos ser como estas últimas. San Francisco de Asís lloraba amargamente, y un compañero le preguntó: "¿Por qué lloras, Fran– cisco?" "Lloro la pasión de mi Señor Jesucristo." Pater, Ave, Gloria. SeFíor, ten misericordia de m:1 y de todos los pe••· cadores del mundo. Efo, Mater, fons amoris Me sentire vim doloris Fac, ul tecum lugeam. ¡Oh Madre! Fuente de amor, haz que sienta en mí la fuerza del dolor, para llorar contigo. NONA ESTACION JESÚS CAE POR TERCERA VEZ Adorámoste, Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. Narración. Jesús ya estaba extremadamente fatigado y no se tenía casi en pie. Con un supremo esfuer- - 243 -

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