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y con la esperanza de tus premios. Que el Espíritu Consolador venga sobre mí y me fortifique, me ani– me y me levante de tantas miserias. No permitas que me separe de Ti y me haga sarmiento seco y sin fruto. No quiero ser leña dei infierno. PENSAMIENTOS MISIONALES ¡Cuántos son los hombres que viven separados de Cristo! Unos porque nunca le conocieron ni cre– yeron en El; otros porque no observan sus leyes o viven fuera de la Iglesia verdadera. ¿Quién llevará a esas almas la luz de la fe y la gracia que justifi– ca? Pero ¿cómo invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán sin haber oído de El? ¿Y cómo oirán si nadie les predica? ¿Y cómo pre– dicarán, si no son enviados? Según está escrito: ¡Cuán hermosos los pies de los -que anuncian el bien! Pero no todos ubedecen al Evangelio. Porque Isaías dice: "Señor, ¿quién creyó nuestro anuncio?" Por consiguiente, la fe es por la predicación, y la predicación, por la palabra de Cristo (11). EJEMPLOS: Hay personas que lloran y se lamentan por las pérdidas temporales y materiales, pero permanecen indiferentes ante las desgracias morales. Hay otras personas que lloran y gritan cuando (11) Rom., X, 14-17. 240 -

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