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son los caminos que los hombres pueden reco– rrer sobre la tierra: ,el de Ja virtud y el del vi– cio; el de la fe y el de las pasiones; el de la vida y el de la muerte. Dos son las ciudades a las cuales se pued2n dirigir: a la ciudad de los elegidos y a la ciudad de los precitos. Jesús es el guía que conduce a la patria de los predesti– nados. Yo soy la verdad que con la doctrina y los ejemplos disipo las tinieblas de la ignorancia y del ,error. Yo soy la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (6). Han exis– tido maestros y doctores que formularon siste– mas doctrinales o inventaron cosas nuevas, y sus nombres han sido llevados en alas de la fa– ma de generación en generación; pero ninguno gozó de la infabilidad como el Maestro divino, ninguno formó escuelas y discípulos tan nume– rosos como Jesús. El que le sigue, no anda en tinieblas (7). Yo soy la vida sobrenatural, y precisamente be venido para que tengan vida, y la tengan abundante. Yo soy el buen Pastor; el buen pas– tor da la vida por las ovejas (8). Yo soy la vid; vosotros, los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada (9). Tenemos que vi– vir la vida de la gracia, cuya fuente es Cristo (6) lb., L 9. !7) lb., VIII, 12. 18) /oa1111., X, lü-11. (9) lb., XV, 5. - 20-
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