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sola vez, ofreciéndose a sí mismo. En suma, la Ley hizo Pontífices a hombres débiles, pero la palabra del juramento, que sucedió a la Ley, instituyó al Hijo para siempre perfecto" (3). Este Mediador y Pontífice sumo es la causa de nuestra salud, el motivo de nuestras inmor– tales esperanzas. Jesucristo es el prometido de Dios, el deseado de los patriarcas, el esperado de las gentes, el Mesías, Redentor universal de la Humanidad. En Jesucristo se compendia toda la historia. En los tiempos proféticos es esperado y anun– ciado; en los evangélicos vive, predica, enseña, muere y redime. Después del triunfo de la Re– surrección se prolonga y extiende por medio de la Iglesia, perpetuándose hasta la consumación de los siglos. En su vida terrestre, la Sinagoga le juzgó, Herodes le despreció, Pilatos le con– denó; pero, después de su Resurrección, el mun– do le reconoció por su Redentor, por su Media– dor, por su Rey. Regnavit a ligno Deus . .. Jesucristo "es el mismo ayer y hoy y por los siglos" (4). Sacerdote eterno, Rey universal,. Maestro infalible; por tanto, ideal, prototipo,. modelo y ejemplar de la Humanidad. "Yo soy el CAMINO, la VERDAD y la VIDA; na– die viene al Padre sino por mí" (5). Yo soy el camino recto, seguro y único por el cual se ha de caminar al fin verdadero. Dos: /3) Hehr., VH, 25-28. 14) l-lebr., XIII, 8. (5) /oann., XIV, 6. - 19-

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