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Belén, con ángeles y pastores. Nazaret, linda como una flor inmensa con la co– rola vuelta hacia el cielo. Caná, perdida en la mirada amante de dos jóvenes en su ilusión nupcial, y en la confidencia de una súpli– ca de María que se hizo milagro. Betania, la parada obligada en su itinerario evan– gélico, con el cariño y el perdón de dos hermanas. Con el amor entrañable de Lázaro, a quien lloró como muerto, aunque dijo que estaba sólo dormido... Jericó, la ciudad de las rosas. ,Cafarnaún y sus montañas, dormidas en el alma verde del lago. El Monte de las "BienaYenturanzas" donde en– señó a amar las lágrimas, el hambre, la persecución y el matirio. Jerusalén y su EUCARISTIA... De pronto hace un esfuerzo supremo y, recogien– do en el misterio de su mirada. el haz de todos los pe– cados del mundo, derrama sobre ellos una súplica de perdón: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen... " Padre... habla lentamente, con un balbuceo cariñoso de niño. Qué lecciones y sugerencias en su dolor... La réplica a su súplica de amor es el odio. Le maldicen los fariseos. Le hacen burlas los sol– dados. Lo blasfema uno de los ajusticiados con El. 8ólo una voz valiente y frágil se encarama sobre los odios para gritar más alto que todos los odios la ino– cencia de Jesús : el Buen Ladrón, que agoniza junto a El. "¿ Ni siquiera tu temes a Dios, esta,ndo en el mismo suplicio? Nosotros, a la yerdad, padecemos justamente, pues recibimos el justo pago de nuestros pecados, más éste nada malo 1 ha hecho''. Luego sus ojos moribundos miran amorosamente 82

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