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dados para volver muy pronto con un haz de vara<;; de espinos. Allí, delante de Jesús, trenzaron una co– rona tosca, horripilante de mirar. La turba se apre– tujaba para no perder ni un solo detalle del espec– táculo... Griterío... cuchicheos... frases con intención... Los fariseos paseaban sus largas túnicas con filacterias, animando los sentimientos bajos del pueblo. Comen– taban con malignidad el cariz de los. acontecimien– tos y la estrategia eficaz contra el perturbador. De pronto todos los ojos se posan en Jesús, tris– te, desnudo y solo... Llega el momento de su coro– nación como rey. Los soldados oprimen su frente li– lial y ungida con una corona de espinas, símbolo bur– lesco de su realeza. Jesús sintió un dolor de miles de espadas que ta– ladraban su cabeza. La sangre brotó, incontenida, hu– medeció sus cabellos y resbaló por su rostro adora– ble, manchándolo con cuajarones de sangre. Luego le vistieron un manto de púrpura, viejo y roto. Y le pusieron una caña de hisopo en sus manos temblorosas de fiebre, a modo de cetro. Ya estaba disfrazado el rey de la farsa ... Y empezó ésta con todo lujo de irrisiones. Pasa– ban delante de Jesús y, parodiando el ceremonial so– lemne de la coronación, le decían sarcásticamente su saludo. Y su rendimiento : Dios te salve, rey de los judíos... Y le daban bofetadas... · Todo el pueblo ensayó la burla. Jesús, rendido, miraba y perdonaba. Jesús triste, desnudo, y solo... 72

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