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zura: "¿ Cómo clormis? Levantaos y orad para que no entréis en la tentación"... Es la segunda vez que los invita a orar para ser fuertes en el peligro, no con la fuerza de la espada que corta una oreja al villano que pone sus manos en El, si no con la fuerza invencible del amor que siembra de compasión y ternura la sen– da dolida del Maestro. La fácil bravuconada de cor• tar una oreja al siervo de1 Pontífice termina con una triple negación del Señor. La fuerza del amor hace de Juan el seguidor del Amado hasta la muerte cnn fide– lidad entrañable... Pero no todos dormían. La traición nunca duerme y uno de los suyos era traidor. "Estando El hablando todavía, 'he a,quí qu(;! una turba y el que se llamaba Judas, uno ele los doce, iba delante ele ellos y se llegó a El para besarle". Pa– ra besarlo... Estúpido Judas, para besar al amor hay que sabei: vivir del Amor. Y tú no amabas. Porque el beso no es la opresión brutal y apasionada de unos labios, ni el ansia t.urbia ni el roce superficial de unas mejillas frías. Beso es todo lo que significa amor. Por eso los niños besan con sus ojos cuando sus labios no saben besar aún, besan con el asombro de sus pupilas tiernas, besan con la caricia esbozada en sus manecitas que ensayan la sublimidad del abrazo... Judas no sabía de amor. Por eso fingió un beso de amor, abrasando la dulzura del rostro de Jesús con su contactó inmundo. ·Brazos nervudos de rencores apresan bruscamen– te al Maestro bueno. Y empieza el Via-crucis, a la lu:t trémula de la noche, dulce de luna y de estrellas... 61

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