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que una figuración del Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo... Y se encaminó al templo. Tembló de ilusión el ca– mino bajo sus pies desnudos. Una bandada de palo– mas blancas vino a saludarle con la alegría de sus alas. Solo los hombres permanecieron indiferentes a su paso... Subió la escalinata del templo, cruzó varios atrios y se llegó a los sacerdotes que explicaban la Ley. Se trataba de su Ley. La había promulgado en el Monte, entre. relámpagos y truenos. ¿ Quién iba a interpretarla como El? . Ali:í está Jesús con los doctores más afamados, que· se maravillan ante la profundidad de sus preguntas y respuestas. Está allí presidiendo a los doctores de la ley el Autor ~e la Ley en servicio amoroso de los intereses del Padre. Regresa la caravana a Nazaret. Con el desorden y la aglomeración, José y María no han reparado en la falta de Jesús. ¡ Iría con los demás niños sembrando el camino de risas y admira– ciones... ! Y empezaron a buscarle entre parientes y conocidos. Lo buscaron doloridamente por todas las calles de Jerusalén. Al subir la escalinata del templo, todo les recordaba la profecía de Simeón. Sí, ahora empezó a sentir la negrura de aquella espada fría so– bre su alma... :Después de varios días de caminos estériles, ad– vierten en la penumbra del templo un grupo de gente en torno a los sabios doctores de la Ley. María se acerca y toda su pena contenida se desborda en un grito de júbilo. Corre presurosa y anhelante hacia su Hijo, seguida de San José: 47

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