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Jesús ya no es el niño frágil como un copo de nie– ve de la noche del: Nacimiento en Belén. Aquel chi– quirritín que tomaron en sus brazos nervudos los candorosos pastores, diciéndole cariños en su lengua– je rústico, se ha convertido en un jovencito de tez mo– rena y mirada honda y simpática. En la imaginación de María g,ravita la profecía de Simeón y, alguna vez, siente en suefios la pesadilla de una espada fría que traspasa su alma. "El niño crecía y se ,fortalecía, lleno ele sabiduría, y fa gracia ele Dios estaba en El". Jesús tiene ya doce años. Su expresión íntima si– gue siendo la misma. Sus relaciones con José y María rebosan una felicidad callada y serena, amasada con un gran amor. Dios es amor y los esposos viven para Dios, viven para el amor, al vivir para Jesús. Lo ha dicho María, hechizada por las pupilas mis– teriosas de su Niño: "Mi vida... " y ha prendido un beso ilusionado en los bucles de Jesús mientras Este sonreía... "Mi vida... ". Por eso le persiguen amorosamente sus ojos, con aquel gesto tan suyo... Jerusalén y Pascua. El recuerdo de la ciudad santa se posa en el alma de todo buen judío con una sensación de encanto má– gico. Los niños escuchan boquiabiertos los impresio– nantes relatos de los mayores y lo.s adornan con s-m ima,ginación infantil hasta no quedarse más que con la silueta de un templo inconmensurable', brillante como un gran sol de oro... 45

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