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gar a Jerusalén, la ciudad de los rencores, de la tiranía y de la guerra. Los Magos se entrevistan con el Rey Herodes. Quieren saber el paradero del Rey de los judíos. "Por– que hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarle". Herodes se turba; teme perder su reinado. Y empieza a maquinar en su corazón ruin contra el futuro rival. No sabe que el Reino de Jesús no es de este mundo... Jesús, el Rey de los judíos, nacerá en Belén. Así lo dice el oráculo profético: "Y tú, Belén, tierra de J udá, no eres ciertamente la más pequeña entre los príncipes de J udá, por,que de tí saldrá un jefe que apacentará a mi pueblo, lsrae,l". Los Magos encaminan sus pasos a Belén. Y la es~ trella de la paz alumbra nueva su itinerario hasta el lugar donde ha nacido Jesús. Presienten el milagro y se estremecen con el gozo de la entrevista con el Rey, que ha nacido con un destino redentor. "Y entrados en la casa vieron al Niño con María, su Madre, y de ,hinojos le adoraron y, abriendo sus tesoros .le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra". Hubo un roce perfumado de vestidos fastuosos y los Magos se fueron impresionados por aquella ima– gen primitiva y única: Dios hecho Niño por amor y María, su Madre, que lo conservaba todo en su co– razón. María, que los seguía mirando larga y amorosa– mente. Femeninamente... 36

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