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guardaban sus rebaños y despertaron despavoridos con la aparición del mensajero an,gélico. El cielo se llena de la música gozosa de un ejército alado que trenza villancicos primorosos: "GLO~IA A DIOS EN LAS ALTURAS Y PAZ EN LA TIE– RRA A LOE, HOMBRES DE BUENA VOLUN- TAD"... . Así, j qué bten !, a Dios toda la gloria. Y al hombre sencillo y bueno, todo lo que necesita en este mundo : 1a paz. El ángel }es da una señal para hallar la paz, que es la gran alegría de su mensaje : "Os ha nacido hoy un Salvador, que es el Cristo, el Señor, en la ciudad de David. Esto tenéis de señal: encontraréis al Niño, envuelto en pañales y acostado en un pesebre". "Gloria a Dios en las alturas y paz en .la tierra a los :hombres ele buena voluntad... ". Con los embajadores celestes cantan los pastores. Cantan los ángeles y cantan los hombres. La noche se llena de una canción gigantesca de adoración al Rey de la paz, que sonríe como todos los niños, porque se ha hecho Niño por nuestro amor. Por eso es tan mimosa y niña la Noche de Navidad. Por eso nos alborozamos todos como niños. Por– que al ir a besar al NIÑO, con un beso desbordante que es confidencia, anhelo, ensueño y adoración, sen– timos en el alma el eco estremecido del villancico an– gélico... 4 Por la oscuridad nocturna del desierto camina una caravana regia. Guía sus pasos la luz pálida de una estrella. Es la estrella de Jesús, del gran Rey recién nacido, la estrella de la Paz. Por eso desaparece al lle- 35

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