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La sola presencia de María alegra a la prima y llena de alborozo al pequeño que lleva en sus entrañas: Dos corazones humanos que unen su canto de gratitud y su obsequio de adoración a Jesús Niño, que mira y bendice desde la custodia viva que es María. Isabel siente un ímpetu vehemente que embriaga su ser y, poseída del Espíritu Santo, prosigue el saludo del ángel: -"Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto ele tu vientre. ¿ Y ele dónde a mí que la madre ele mi Señor venga a visitarme?" María desfallece de júbilo. Es un momento poblado de arcángeles, de dicha y de niños... Siente en su cora– zón el latido de su Hijo y su vida entera se desborda en un canto rápido y alto como un trino de pájaros celestes... Y dijo María: Mi alma engrandece al Señor, y salta de júbilo mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva; por eso todas las generaciones me llamarán biena– [venturada, porque ,ha ·hecho en mí maraYillas el Poderoso, cuyo [nombre es santo. (Los labios de María ensalzan a Dios. En aquel instante se descorre el velo de la historia y María per– fora con la visión alada de su profecía la vida religio– sa de la humanidad. Junto a Jesús y por Jesús, su Hijo, tendrá un altar de cariño en todos los corazones bue– nos. Y esto sencillamente porque Dios lo ha querido así. Porque Dios es misericordioso.) 28

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