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Y se fué de María el ángel... El Espíritu Santo -espíritu de amor-, descendió sobre María con una caricia y en esa caricia depositó u'n germen de vida: el Verbo, que iba a tomar forma humana en el corazón virginal de la doncella de Na– ~aret. María era como el tallo que lleva en su carne ve– getal la vida tierna del capullo palpitante y de la flor exquisita. Por eso vivía hacia dentro, en vela amo– rosa del gran misterio. Cuidaba con mimo el fruto bendito de su sangre. Cada movimiento de su corazón se traducía en un gozo estremecido de beso y de ple– garia. El beso entrañable de la Madre y la plegaria recia de adoración de la criatura. Y allá va María, alada, camino de Hebrón. El pai– saje montañoso se impregna de un fuerte olor a es– pliego y tomillo silvestre, ]fajo la huella ingrávida de su paso presuroso. Tal una gran sacerdotisa, en aque– lla primera procesión del "Corpus" entre las aclama– ciones rumorosas de los elementos cósmicos, la ca– ricia fragante de las flores y la mirada reverente de los ángeles. Es la urgencia del amor. Gabriel le ha dicho: "Isabel, tu pariente, también !:a concebido un hijo en su vejez y este es ya el mes sexto de la que era es– téril, por-que nada hay imposible para Dios." Y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. 27

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