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adoración a la Palabra eterna que se estaba encarnan– do para regenerar al mundo en un bautismo de pasión y gracia. El Espíritu Santo r<:~gaba la flor de su san– gre con rocío de divinidad. Hasta que brotó el retoño de la raíz de José, protegida siempre por la dulzura amplia de sus alas. Las palabras humildes de María humanaron al Hijo de Dios. Es un misterio entrañable de Providencia y sabiduría. El Verbo, la segunda persona de la San– tísima Trinidad, Dios con el Padre y el Espíritu San– to, por ser de la misma naturaleza divina, se hace hom– bre en las· entrañas de una virgen: "Y nació ele Santa María Virgen ... " Jesús es Dios y Hombre. Verdadero Dios, que· perdona los pecados y cami– na por el mar. Verdadero Hombre, para enseñarnos a vivir. Una sola persona divina, en dos naturalezas: divina y humana. Por eso llora sangre en el huerto compasivo del olivar, pero esta sangre nos redime y nos salva... María es la Madre de Dios porque Jesús es Dios. j Qué natural todo en el Evangelio de nuestra Madre! Total: una primavera, un arcángel y una mujer. Un arcángel y una primavera para fondo de una escena eterna: la madre esperando al hijo. María so– ñando en Jesús. Jesús en el corazón -o en los bra– zos- de María... "Y se fué ele María el ángel. .. " En aquel momento moría el sol en el horizonte. La paz inmensa de la tarde se llenó de arcángeles, que desgranaban melodías celestes... 23

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