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"En el nombre del Padre, del Hijo y del Es– 'PÍritu Santo. Amén. Me llegaré al altar que alegra mi juventud... .. . vuestra tristeza se convertirá en gozo ... Alegraos en el Señor. Os lo repito, alegraos. ¿ Para qué más argumentos en este Salmo inicial de la alegría? Todo el cristianismo, en su dimensión histórica, es una vivencia gozosa: el encumbramiento a norma de vida del mensaje an1gélico en la noche dormida. El pesebre fué púlpito de vida medularmen– te alegre. La cuna de la alegría de Dios que, en su abrazo a la humanidad, nos despertó la ilusión de mirar largamente al cielo con ángeles y misterio : "Os vengo a anunciar un gozo grande para todo el pue– blo. Os ha nacido hoy en la ciudad de David el Sal– vador..." Regocijo universal de alas y corazones en la Na– vidad que, en adelante, no puede considerarse como un dato episódico del vivir alegre. Marginalmente se puede admitir la virtualidad o latencia de otros ele– mentos gozosos, pero sin categoría de contenido esen– cial del gozo mismo. El gozo, cantado por los espíri– tus celestes en la noche, tiene como condición la pre– sencia del Niño de Belén en el centro de la vida. Lo humano puede ser contorno, geografía o sugerencia: 15

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