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muy lejos. Santiago, el hijo del trueno, fué el vocero evangélico en la España del ensueño y la mitología. Desde el día gozoso de la aparición en la reciedumbre del Pilar de Zaragoza, fué dejando a lo largo de su caminar peregrino -conchas y bordón-, la caricia tierna de la Madre de Dios. Por Santiago encontró Galicia la réplica a su paisaje verde y mimoso en un camino ancho y fácil con estrellas por flores ... Pablo, el converso de Tarso, llenó a todas las almas de su sentido de Cristo. En todas las geografías dejó el acento nervioso de su pasión por el Maestro. Pedro fué en Roma todo el Cristianismo. El Pastor bueno después de la breve indecisión del "QUO VADIS ?". Tomás, el incrédulo, predicó la fé en la India. Juan se quedó con María, que seguía desvelada todos sus pasos. Los demás empezaron a ·negar sudorosos y apenados... No se cansaban de oir el relato de la dor– mición. Pero en el sepulcro de la Virgen no había ángeles. Todos se habían marchado al cielo para mi– rarla. Y era tan ..bella que se olvidaron de todo, hasta de los hombres que sentían toda la inmensidad de la ausencia. Los apóstoles lloraban sin ángeles y con dolor, en el lugar donde la habían sepultado... María ha sido llevada al cielo. Un sueño florido en Asunción. Ella es la Rosa Mística, que se eleva intacta en el búcaro grácil de manos arcangélicas. Va a po– sarse en el corazón de Jesús, que le espera en los pór– ticos del paraíso, anheloso de la voz, de los ojos, de los besos de la Madre. De su presencia total. Jesús le mira desde su trono de estrellas y sale a recibirla con la música de un sin fin de diminutivos. Y se llena la creación de su Palabra con nardos, pa– lomas, corzas y palmeras... 116

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