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basta la bendición desde lo alto, queremos sentir en nuestra alma el tacto de sus manos desnudas. Es poco saber que está con nosotros, queremos toda su pre– sencia. Por eso, desde la nostalgia llena de la separación, rimamos la teoría de nuestros lamentos en los versos recios y humanos del fraile, que vivió con nosotros la pena de la ausencia y la esperanza de la "N 0r.he serena... " "¿ Y dejas, Pastor santo, tu grey en este valle :hondo, escuro, con soledad y llanto ; y Tú, rompiendo el puro aire, te Yas al inmortal seguro?" 104