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PROLOGO Para un poeta, que lo es cordialmente en francis– cano, es difícil que haya tarea más sugestiva que la de la interpretación franciscana del paisaje y del alma. de Galicia. Y no por una transposición, a fuerza del ingenio, del medio que santificó el Poverello a nues– tras leiras y nuestras fragas. Creo que a más de la sugestión inicial hay razones de peso, que intuye el P. Calasanz certeramente. El campo gallego es una plena revelación; es abierto y comunicativo, a diferen– cia de otros de hosco hermetismo, que hay que esfor– zarse para interpretar; el alma céltica está por su parte en permanente apertura a los seres, de los que capta sin esfuerzo un sentido, que aún en lo inanima– do cree sorprender como vital. En estas tierras y entre estas gentes la Naturaleza no es un concepto reflexi– vo; es algo que penetra intuitivamente con presión sua– ve, acumulada de tiempos y experiencias. Así empezó a ·ver la naturaleza Francisco, cuando volvió la espalda, hastiado, a los tratos mercantiles, a los pequeños y sórdidos divertimientos de los · burgos 7

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