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,.roso del arrepentumento. Y he aquí que el hom– bre recuerda que hay pecados también en sus la– bios. Los labios del hombre se resisten a pagar a Dios el tributo de la glorificación. Y de cuando ,en cuan!do se envilecen enfangando el nomb.re del hermano, de la mujer, del niño. Hace falta una brasa encendida, como aquella que pedía el pro– feta ·agónicamente antes de entregarse al ministe– rio aterrador de la palabra. Y estos labios que dicen mis desvíos, quédenseme, Señor, así cantando, y sin ellos quererlo estén rezando, porque pecaron mucho y son ímpios». La visita al crucero inaugura la «segunda» vida. El fenómeno de la «conversión» se explica .de sobra sabiendo que Cristo es el Camino. Y el crucero su «indicador». Estos niños, que ,ah9ra .estrenan la vida, el día ,de mañana s·erán hombr~s. No sabemos nada del porvenir porque gemimos oprimidos por el tiem- •po. Y una de las limitaciones más durns es la cor– tedád de visión. Normalmente no sabemos las co– sas sino con r eferencia al reloj .. Podemos hacer , cálculos..,La filosofia .·tiene su historia, más segu– . ra y mejor trabada que .la misma,realidad. Pero '.:vivimos de hechos. La prensa avanza infornracio- 87

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