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el inmenso amor de Cristo Crucificado. Casi todos los niños han protestado ,contra el hombre malo que mató a Nuestro Señor. Y lo hacen con una fina intuición que nos deja en asombro a los hom– bres mayores que presumimos de madurez y de «sabiduría». Es posihl,e que el investigador se que– de a medio camino cuando de la cruz se trata. Y no seria difícil que algún niño precoz encontrara imperfectas estas apuntaciones sobre el Crucero. Yo he visto a los niños delante del crucero. Y la escena se me metió en el alma con toda la fuerza · de la sugerencia y del candor: los niños iban can– tando hacia el crucero. Un grupo de niños que cantan es .algo más que un espectáculo. Es un des– bordamiento de vida, en lo que la vida conserva aún de veracidad y de nobleza. El niño canta para expresar el hondo sentimiento que lo sacude. Los niños cantaban con poderos·a entonación a la Vir– gen. Y acompañaban la tonada popular «Cuando de mi Pastóra voy a la ermita... con ramos de flores, agitadas al viento. Los nmos asocian enseguida a la Virgen con las flores. Y es que los niños de verdad son siempre un poco poetas. La desordenada procesión seguía con en– tusiasmo, con griterío desacordado, con ese gra- 82

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