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c10n de que este pueblo perdería «sabor», gracia y «tipismo» si, por casualidad, algún día desapa– reciera el Crucero. La población es católica con profundidad. Dios ,es una realidad con la que se cuenta siempre. Es el ser necesario vitalmente Y como es,tas buenas gentes son limpias de corazón ven a Dios con fran– -eiscano instinto sin discutirlo para nada. Dirán acaso los sabios que hay infiltraciones supersticio– sas. No sa·ben nada de Cristo, sobre todo del Cris– to popular -del verdadero Cristo- quienes rom– pen sus vestiduras y gritan anatema sobre el cre– yente ingenuo, pero iluminado por Dios. Cristo ·es tan cortés, tan humano, que permite junto a la caña robusta del trigo bueno, en plena sazón, la cizaña renegrida. Lo cierto es que estos campesi– nos viven su creencia con la misma fidelidad con que el campo despierta cada mañana. Y quien vive al ·cobijo del Cristo sabe ·todo lo que debe sa– ber para vivir como Dios manda. ¡Cuántas veces Dios huye de la mente de los filósofos y «sabios» llenas de fríos cálcuilos matemáticos y se apodera de la inteligencia de los pequeñuelos, es decir, de los humildes, para revelerles sus secretos. El escritor que intente un reportaje sobre este pueblo ha de hacer hincapié -en el valor 73

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