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bor más íntima y callada, buscando el detalle. Al fin, una esmeradísima tarea de depuración. La perfección ----'Concluyo- es obra diaria de retoques mínimos. Toda la vida es precisa para sacar a D:ios de la piedra de nuestra carne. No es suficiente el es– fuerzo duro de quien derriba cada día vicios y pule aristas. Al cabo del camino está el espíritu .de Dios para sutilizar la silueta hasta que nazca, co– mo un prodigio venerado, el Cristo que todos de– seamos ser. No importa que la piedra sea dura. Lo que im– porta es el amor. La biografía de los santos está escrita por capítulos de vencimiento. Agustín de Hipona se dedica a purificar su corazón carnal. Le consume los huesos el demonio impuro. Y grita su impotencia. Pero el día de la victoria canta con entusiasmo a la v,erdad y a la belleza; Cristo le sale al .encuentro y . le llena el vacío del corazón. Francisco de Asís busca la gloria mundana . Y Dios le toma de la mano y le pone ante la vista una gloria mayor, por ambicioso. El que se con– tentaba con ser armado caballero, a las órdenes de un príncipe terrenal, es nombrado Heraldo del Príncipe del cielo. Teresita de Lisieux es capri- 63
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