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la cruz porque Dios los visitó con mano larga de donaciones. La cruz es signo de amor divinal. Pero la cruz no es fácil, por la sencilla razón de que hay que moldearla en la ·piedra. No sólo en la piedra blanda y dócil que ama ser labrada y hermosa. También la roca dura, la que se resque– braja y hiere con su arista cortante, puede elevar– se para pregón de fe en los caminos de los hom– bres. El temperamento más díscolo admite el re– flejo de la cruz. Fealdad por fealdad, los humanos se quedarían sin el hombre ingrato y sin la cruz ingrata. Sólo que las pupilas se encienden con lu– minarias eternas. Y la Cruz es la forma universal del amor de Jesús «esperanza única» en este tiempo pasional que es -en un aspecto místico– todo el tiempo de la vida. Ante este hermoso modelo de crucero, medito. El crucero es una invitación a contemplar. ¿De dónde habrán seccionado la roca? Acaso fueron por ella aI monte y cogieron una veta durísima. Luego la acarrearon los canteros. Y empezó la obra lentamente, pero con seguridad. Primero, grandes martillazos para delinear en trazos torpes la ima– gen querida, preferida, adorable. Después una la- 62

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