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He meditado esta fras•e expresiva: «madera de santos». ¿Por qué no decir: «piedra de cruceros»? Madera de santo es el elogio que se le hace al hombre honrado, bondadoso y veraz. El itinerario de la santidad se perfila .en estas virtudes huma– nas y sobrenaturales. Quien convierte la conviven– cia diaria en una práctica iiluminada de cortesías y generosidades está a un paso de la santidad. Y lo ponderamos con palabras calurosas y con una rúbrica de ·asombro en el gesto: «Desde luego, tie– ne madera». En adelante voy a decir del hermano bueno y leal esta hermosa alabanza: «Tiene piedra de cru– cero». Más dura y más tensa la frase . Pero va a quitar de en medio un equívoco funesto. A ver si caemos en la cuenta de que ser santo es una tarea de todos, incluso de aquellos que viven cosidos a 61

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