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camino. Y hay que •andar en mí para no extraviar la senda». Y este crucero truncado, ¿adónde apunta con sus miembros rotos? El viajero está triste sin ese dedo divino que se sabe de memoria la ruta de los hombres y el curso de las estrellas. Quedarse inactivo es perder un tiempo precioso. Pero caminar sin saber el ca– mino no es aconsejable. Por caridad y por cortesía, tenemos que levantar los brazos que derribó el viento huracanado y la lluvia embravecida. Por– que el viajero es hermano y no tiene luz. Conozco ,a niños que perdieron la luz. Sus ojos, limpios como el día luminoso que se insinúa, perdieron limpieza. La malicia los pose– yó con tiranía y dejaron su inocencia maltratada por las cunetas. Si no viene Cristo a darles su moldura y a restaurar la vida por amor, esos ni– ños no se salvan. Es tan fácil arrojar a Jesús de su pedestal. .. Después cesó la infancia. El niño se convirtió en joven. Y este temperamento juvenil sufrió la mordedura de la carne. Pero los sufrimientos eran estériles cual campos salados. Sobre la piedra de su vida no se daba culto a Dios. Otros ídolos y 35

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