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ángel de las Seis Alas, que le convirtió en pura llama de carne redimida sus manos, sus pies y su Costado. La vida franciscana es este Serafín transfixo, cordial y ardiente. Y era tan impaciente que se derramó como la luz por todos los continen-tes. Mis hermanos frailes sintieron la llamada de la bella Galicia. Francisco de Asís -el romero- arribó en su peregrinaje universal a la verde, tímida y transparente Gali– cia. Es desde entonces esa profunda ligazón de amistad entre la belleza paisajística celta y la be– lleza espiritual franciscana. El Cantor de las cría~ turas vivió el capítulo más impresionante de su lirismo providencialista a orillas de los ríos y de las piedras que signan todos los horizontes del alma gallega. El «Itinerario» no es una especulación de Buenaventura, el teólogo del amor. , Los franciscanos hicieron un camino y luego el poeta de la escuela le puso metro adecuado. Aquí en Galicia es fácil comprender la «huella de Dios», sus vestigios, sus resonancias. Aplicad el oído a las rías1y a la noche sobria o desatada en aires, perfumes y canciones. Luego, releed la guía 23