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en desorden, los instrumentos· de trabajo, ·para deste– rrar las tinieblas y poblarse de luz celeste. ' Después, ·sí. La· piedra 'se va puliendo. Y no im– porta que haya impericia para dar el último repaso. El último repaso lo da siempre .el amor, que no se equivoca nunca. Yo también tengo un "estudio" de cruceros. Sólo que he cambiado el material. Mi especialidad es trabajar e.l barro. Tiene sus ventajas. Se .moldea mejor. Aunque es obra de tiempo, exige el esfuerzo de cada día. Un proyecto ambicioso que, .a veces, le pre– ocupa a uno toda la vigilia, minuto a minuto, e/olor a dolor. Se trata de poner sobre el barro blando una ima– gen querida, aclarada, inolvidable. El barro se ha ani– mado con el contacto .vitdl del Señor. La ·carne es una arcilla que ama. Tiene la dificuUad de que duele. Pero ·acaso sea mejor así. /..,a imagen calcada a sangre y fue– go -¡qué hermosa y qué exacta aquí la figura poéti– ca!- se apodera de la savia y urge con una presión 'dulce hasta llegar a las ramas, las flores, los frutos. -No. No hacen falta estudios especiales. Se pueden saber las ciencias ocultas y no entender nada de esta ciencia de amor. La vocación de "cruce– rista" es, antes de nada, una "sabiduría". Sabiduría, es decir, dulcísimo regusto de Dios, de su belleza, de su providencia. Lo que se precisa· para animarse con la imagen de Cristo es sensibilidad y corazón. Duele la carne por la punzada 'de· la espada que corta. Pero todo es poco, porque en cada golpe martirial aparece más al detalle la imagen de Jesús, Ser cristiano es eso: dar calor y forma a la Cruz. .. .que sí. Que es penoso el trill9 duro que tritura los malos deseos. Las pasiones son aves de presa que asedian con torvo mirar. Pero hay que "ordenar" las 15

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