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sino corporal: el hombre que ha ido al reino de los muertos resucitará para vivir glorioso con Cris– to. Esta gloria inmensa de la visión divina será: participada por el hombre como persona: en cuer– po y alma por la resurrección. La afirmación de Jesús es más amplia que la pregunta de Marta. Marta pide la resurrección de su hermano. Quiere que Lázaro vuelva a la vida. Pide, en definitiva, una intervención milagrosa para este caso. Jesús concede más: «Y todo el que vive y cree en Mí, no morirá para siempre». Es preciso que Marta asienta a esta nueva formula– ción de la verdad. -«¿Cre~s tú esto?» Marta se deja llevar dócilmente por sus creen– cias y afirma la divinidad del Salvador. La exis– tencia hu'mana de Cristo se debe precisamente a un mensaje divino. Cristo es Legado del Padre y ha venido para enseñar toda la verdad. Vino para dar la vida. Y quien tiene poderes para crear al hombre los tiene asimismo para resucitarlo. El pasaje evangélico ·nos traslada luego al ce– menterio donde dormía Lázaro. Es conveniente insistir en que Jesús habla indistintamente de «muerte» y de «dormición». Contesta al propio que Lázaro, el amigo, duerme. Sin embargo, ai 143
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