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-Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Y, sin más preámbulos, le insinúa su deseo. Esta mujer impaciente confía en Jesús. Conoce su poder. No hace falta pedir. Basta insinuar: ... Pero ya sé que Dios te concederá lo que le pidas. El Maestro penetra en su intención y le res– ponde directamente a su ruego implícito, pero ver– dadero: -Tu hermano resucitará. Por lo visto, Marta intenta otra cosa. No se re– fiere a la resurrección final, que admite sin va– cilacion~s. Quiere algo más concreto e inmediato. Y Jesús se refiere de modo genérico al resurgi– miento final. Antes de regalarle el milagro le for– ma la conciencia sobre el más allá. En el último día resucitarán todos los hombres. Este resurgi– miento final está condicionado a la fe en El. Cristo se presenta a sí mismo como Resurrección y Vida. Creer en El es disponerse para resucitar. La fe da vida. Y no se hable aquí de la gracia como parti– cipación de la naturaleza divina. Las palabras ·de Jesús han de entenderse en este sentido: El que cree en Jesús, aunque haya muerto, resucitará. Y no le da aquí a los muertos un sentido teológico 142

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