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bajo el limo terrenal, pero de la misma podredum– bre brotará un cuerpo reanimado. El 'sembrador es Dios. La sementera, la muerte. El grano de trigo, el cuerpo humano. Dios da un viento favorable, esponja la tierra con su sol y da crecimiento a las semillas. El hom– bre se siembra en cenizas y resucitará en gloria. Se siembra un cuerpo corruptible y resucitará in– corruptible. Se siembra el cuerpo animal y surgirá un día celestial, con una juventud que no marchi– ta el tiempo. Jesús enseñó un día el alcance de la muerte corporal y de la resurrección. Lázaro está enfer– mo. Y le envían un propio a Jesús para comuni– cárselo. Jesús ama a Lázaro pero no cree oportuno intervenir. Cada cosa tiene su hora. En el reloj de Jesús no han dado las campanadas del milagro. Y Lázaro muere porque Dios •lo ·quiere · así mirando a la instrucción de los Apótoles que robustecerán su fe con este nuevo testimonio. Dentro de este contexto se desarrolla la «conversación», lo que hoy llamaríamos «interviú» de Marta a Jesús. Marta sale al encuentro de Jesús y se lamenta de su ausencia. 141

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