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voción todo lo que diga es bueno. Creo que el me– jor modo de hacer teología es «escuchar la voz de Dios». Si Dios me hizo tan grande, tratar de com– prender esta grandeza. Ponerle limitaciones a esta obra de amor es un disparate. Mira, si quieres acertar graba a fuego en tu mente mis palabras: «Concededme todo lo bello, todo fo santo, todo lo pulcro, todo lo grande, con tal que no se oponga a fas perfecciones divinas y no disminuya su Divi– :µidad». - ... ¿pero? ~No hacen falta explicaciones. Esto es lo que hizo Dios. Toda una vida de hombre dedicada a mis alabanzas no llegaría a sombra de la realidad que Dios obró en mí. Todo regateo es indigno de un hijo. (La Virgen vuelve a su puesto en el crucero. Queda en el aire un temblor azul. El viento mon– tano viene perfumado como una flor.) Arriba, asisten dos ángeles con luminarias sim– bólicas. El 'Primer ángel hace una reverencia al Cristo y me dice: «¿Recuerdas el relato bíblico, cuando Dios manda un ángel consolador-? Ese consolador soy yo». 101

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