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res. La falta de comprens10n... Y los celos. Los celos son el humo del fuego amoroso. No deja ver bien. Atosiga a quien los sufre y a quienes tienen que sufrirlo. Nacen del amor, pero lo van apagan– do po¡co a poco. Indican que hay todavía amor en el .corazón, pero que hay mucho más amor propio. Y desconfianza. Y duda... y po– co talento. Porque a veces se tienen celos hasta .de la brisa que pa– sa. "El celoso anda siempre buscando lo que no quiere encontrar". Por ello quien se contagie con esa enfermedad de los celos, que tra– te de curarse cuanto antes, pues terminará con su amor y con el amor del otro. Celos y .amor no pueden convivir juntos. "Sus sae– tas son saetas de fuego", que lo abrasan todo. Por eso "¡Amor, no juegues con celos; que igual que los dardos son". (Villaespesa). A pesar de todos los pesares y de todos los obstáculos, el amoT debe triunfar. Como las aguas que arrastran los obstáculos o los sortean. Que es volver al revés la metáfora del Cantar de los Can– tares. Porque si "nuestras vidas son los ríos", pienso que tenemos que aprender del río a se,r transparente, c¡antarín, fecundo, sosega– do, bravo, a veces, pero vrolviendo pronto a los debidos cauces. La vida debe darnos una larga lección de amor. Y el amor debe triun– far sobre todo. Cada cual allí donde le haya tocado vivir. Las difi– cultades han de avivar el amor y las ilusiones. El dolor es la pie– dra de toque del amor. Porque el c¡orazón que es la fuente del amor es la fuente de la sangre. Quien deja de amar ante la primera di– ficultad no ha amado nunca. Para la enamorada del Cantar de los Cantares, no habrá nada que destruya su amor. La vida dirá su pala– bra. Pero es bueno comenzar así, y darse c;uenta de que el amor a:d:emás de un placer es un deber. Y eisas dificultades mantendrán siempre joven al amor, y a los cQrazones que aman. Si se ha dicho que el corazón nunca envejece, es precisamente por esta capacidad de amar, superando todos los egoísmos, contratiempos y dolore,s. Y a veces, cuando la edad ha avanzado y las cosas se ven más cla– ras, amar tiene más mérito. Porque se va no hacia el pla:cer, sino hacia un deber o, quizá, hacia un dolor. Pero el amor 1 también triunfa del dolor. 87
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