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amor, en tragedia. Por ello pienso que el amor tiene que alimen– tarse más que de mero amor. El amor que solo vive para amar, es como un árbol que solo florece, o como una llama que se consume a sí misma porque no se le echan nuevos in:qentivos. La pareja humana debe impregnarJo t:odo de nmor. Pero tener otras ilusiones, otras metas en la vida. Aquí vale maravillosamen– te lo de Saint~Exupery: "Amar no es :mirarse a los ojos, sino mirar los dos en la misma dirección". Como un jarro de agua sobre la hoguera del amor son las pala– bras de Benavente en su obra "El prhno Román". "Temo al amor, porque un verdadero amm· es una fiebre que nos absorbe por com– pleto: inquietudes a toda hora, celos, temores, un.a vida consagra– da al amor es una vid.a inútil. ¡Ser Antonio pudiendo ser César! ... Si, ésa es la vida. Pero no consumiéndose entre ruines pasiones. Suf. frir por algo grande ,que fecunde y asomlH."'e a la Humanidad. No por Julieta, como Romeo. No por Cleopatra, como Antonio. Por des– cubrir un mundo, como Colón. Por rerlimir al hombre, como Jesús. Y en cuanto al matrimonio, confianza, mutua inéfopendencia, abso– luta y buena educación, aseguran más la felicidad que el cariño más apasionado". · Sin duda exagerado. Pero con su pizca de verdad. Por eUo el amado y la amada, no han de vivir en un perpebo romanticismo que se destruiría a sí mismo, sino en un realismo lleno de amor. Que todo lo empape el amor. Y en ese todo está el trabajo, la ora– ción, el dolor, las preocupaciones, las alegrías, y los ratos de mu– tua efusión donde el amor dice sólo una palabra: Te amo. Y esa monotonía a nadie cansa. Es la monotonía del corazón que pega con su pulso en todas las arterias de la vida. Y las mujeres, -aviso para navegantes- gustan de oírla frecuentemente. Cuancto una mu– jer pregunta: -Oye, me sigues amando ... No quiere que se le res– ponda, ¿pero lo dudas? Quiere que se le diga muchas veces: Te amo. Y esa es la mejor cura contra el egoísmo, es un reflorecer del amor. Porque el amor es lo único que sabe decir tú. 85