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10s tam u "La noche de su boda, Tobías dijo a Sara: -So– mos descendientes de un pueblo de santos, y no po– demos unirnos como los paganos que no conocen a Dios. Se levantaron los dos, y, juntos, se pusieron a orar con fervor. Pidieron a Dios su protección". Una sonrisa se puede esbozar en los labios que confiesan a voz en cuello que ellos son cristianos. Y n.o sólo eso, sino "católicos, apostó– licos y romanos". Y si se presenta el caso, más papistas que el papa. Pero el gesto de Tobías lo juzgan de un hombre anormal. ¿A quién se le ocurre en la noche de boda levantarse para ponerse a rezar'! A mí me parece el gesto de todo un hombre. La hombría se demuestra no en dejarse llevar del instinto sino en dominarlo. Ahí comienza la civilización. Los libros de Marañón están cargados de razones sobre eso. Están a disposición de cualquiera. Y Marañón es un hombre que estudió la cuestión .a fondo. Aunque nosotros descendamos del mono -aosa que la evolución admite- ese mono llamado hombre ha dado un salto prodigioso, milagroso. No de la rama de un árbol a otro. Sino de una especie a otra. Y eso -y es– to es lo que un cristiano no puede dejar de admitir, aunque ad– mita la evolución- con la ayudá de Dios. Dios le infundió la chis– pa de la divinidad: El alma hecha a imagen y semejanza suya. Con la capacidad de conocer y amar, como El se conoce y se ama. Hay que amar como Dios. Hay que contar con ese Dios que nos ha hecho mucho más que bestias, aunque nos dejó el mismo instinto de los animales superiores. Y por eso parece lo más :t:ó– gico pedir a Dios su protección en la noche de bodas para acertar en el camino nuevo que se abre a sus pies jóvenes. El matrimo– nio no es un término, sino un viaje que comienza. No meramente un viaje de luna de miel. Sino, a veces. sin luna y sin miel. Cuan– do la oscuridad es casi total, pedirle a Dios que proteja con esa gracia especial que tiene el matrimonio para los casos imposibles. Frecuentemente los novios se juran amor eterno. Frecuentemen– te sueñan con una felicidad eterna. No hay eternidad sin Dios. No hay felicidad plena sin Dios. Sin El ese amor eterno dura hasta la 74
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