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matrimonio no ha sido inventado para el propio egoísmo sino pa– ra todo lo contrario. Se trata de crear familia, la familia es la cé– lula que forma la sociedad. La sociedad, sea de la índole que sea, quiere tener la garantía de que esa célula fundamental tiene con– sistencia. No puede ser el deshojar de una margarita: hoy te digo que sí, mañana te digo que no. Las sociedades que por algún tiem– po admitieron el amor libre iban abocadas a la bancarrota y die– ron marcha atrás. La historia es testigo. Cuando se trata del matrimonio entre bautizados se trata de un sacramento. La Iglesia quiere unas fundadas garantías de que aque– llos que se unen, son en primer lugar libres, tienen un mínimo de conciencia de la responsabilidad que contraen, que van a usar de los dones de Dios .como Dios manda y que van a educar a ios hijos en la fe que ellos mismos as.eguran profesar. Pienso que es de sentido común que si uno_ dice pertenecer a una sociedad determinada, si quie,re continuar en esa sociedad, lo lógico es que se someta a sus leyes. Son leyes que no se han inven– tado a capricho. Tienen su por qué. Por lo tanto ... Además que la Iglesia espera de los contrayentes lo mejor. No una unión semi– animalesca. El Concilio dice: "El bienestar de la persona y de la sociedad humana y 4-!ristia– na está estrechamente ligado a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar. Por eso los cristianos, junto con todos los que tienen en gran estima a esta comunidad, se alegran sinceramente de varios medios que permiten hoy a los hombres avanzar en el fo. mento de esta comunidad de amor y en el respeto a la vida y ayudan a los esposos y padres en el cumplimiento de su excelsa misión; de ellos esperan, además, los mejores resultados y se afanan por pro– moverlos". (G. S. 47). 71

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