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Elegir libremente "Labán y Betuel respondieron: -Del Señor ha salido este asunto. Nosotros no podemos decirte está mal o está bien. Ahí delante tienes a Rebeca. Tóma– la y vete, y sea ella mujer del hijo de tu amo, como lo ha dicho el Señor Dios. Llamaron a Rebeca y le dijeron: -¿Te vas con este hombre? Ella respondió: -Me voy". (Gen. 24, 50-51,58). La mujer también cuenta. Sería absurdo no contar con una de las protagonistas. Se encuentra uno, a veces, con humanos tan po– co humanos que ante una película cuando sale la mujer, suelen decir: -Ya está ahí la mujer. Piensa, quizá, que el mundo es cosa de hombres. Como aquel P. Gazapo de la n.ovela de Hugo Wast: "Lo que Dios ha unido", que se quejaba de que Dios hubiese creado también la mujer. Si me hubiera dejado a mí. .. ¡Cosas de novela! Opiniones tan novelescas se enc,uentran en labios de gentes que no piensan mucho. La mujer también cuenta. Y por eso le preguntan a Rebeca. Ella da su sí. En el e.aso ven la mano de Dios. Y sin duda estaba allí Dios muy presente. Como debe estar presente Dios en todas las relaciones. Ahora la aceptación mutua debe darse de otra manera. Pero al fin y al cabo es igual. El noviazgo es justamente para conocerse y para saber si al final, no sólo con los labios, ni con el corazón, sino también con la razón se puede dar el sí. , El noviazgo no debe ser el "llegar, ver y caer"... Debe tener un cierto tiempo de prueba. Deben aprender a amarse. El gran poeta Rüke escribió: "El amor de un ser humano a otro es quizá la prue– ba más difícil para cada uno de nosotros; es el testimónio más be– llo de nosotros mismos, la obra suprema; las otras obras son co– mo preparación para ésta. Por eso los jóvenes, nuevos en todas las cosas, no saben amar todavía. Tienen que aprender". No deben aprender luego de casarse, como q110ría Uínamuno, que en consejo al personaje de su novela "La tía Tula", decía más o menos: "Tú cásate, luego ya os amaréis". No. El noviazgo es un 56

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