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La elección "En aquellos días, el criado de Abrrtham dijo a Labán: -Bendigo al señor, Dios de mi amo Abra– hám, que me ha puesto en el buen camino para to– mar a la hija del hermano de mi amo para su hijo. Ahora, decidme si estáis dispuestos a usar del favor y la lealtad para con mi amo, y si no, decídmelo tam– bién, para que yo tire por la derecha o por la izquier– da". (Gen. 24, 48-49). El gran compositor musical checo Smetena tiene 1F1a sinfonía titulada "la novia vendida". Por su pentagrama desfila toda esa lar– ga historia de mujeres vendidas por cuatro cuartos o cuatro acres al hombre que las quería para él. En países no cristianos eso se sigue dando. En Africa ha.y pa– dres que se alegran de poder vender a sus hijas a bnen precio a un hombre que las quiere comprar. Es un buen negocio y son unos días menos de hambre. De ahí se pasó al concierto de bodas para los hijos. Toda la his– toria está llena de casos de hijas que fueron prometidas en matri– monio cuando no tenían siquiera uso de razón. Era una tradición a plano familiar y sentimental del aforismo "la mujer no cuenta, ni se la cuenta". En el caso de Abraham, mandando al criado a bu:-,car esposa para su hijo entre las gentes de su clan, hay una superación de las leyes más esclaviza.doras de la mujer. Es casi como una petición de mano. Y es que Dios andaba por medio. Y la mujer no era un obje– to, sino el ser que el Señor había creado para que, junto con el hombre, propagasen la especie humana en la tierra. No obstante, sigue siendo un concierto entre hombres, aunque se pida la opinión a la propia novia. Y en la entrega de regalos hay algo más que un ;ntercambio de anillos. Hoy las cosas han cambiado. Han quedado atrás las ventas de mujeres Las carabinas que vigilaban el paseo de los novios. El cortejar detrás de las rejas que permitían únicamente el paso de una mano o de uha flor. El saltar tapias para la entrevista.. Afortunadamente existe la libertad de verse, de hablarse, de cor- 54

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